Primer laboratorio en España de biomecánica avanzada de impacto. En los estudios se emplearán cadáveres humanos debido a su mayor biofidelidad.
El proyecto Avances en seguridad del tráfico mediante la investigación de la tolerancia humana al impacto, perteneciente al Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón de la Universidad de Zaragoza, y que será coordinado por el investigador del I3A, Juan José Alba López, servirá para desarrollar un programa de ensayos con cadáveres humanos que permitirá avanzar en el conocimiento de la cinemática tridimensional de la columna vertebral de los seres humanos ante impactos frontales y oblicuos. Se calcula que cada ensayo biomecánicos salva 60 vidas y evita innumerables lesiones. (Fuente SINC).
El porqué de esta iniciativa está bastante claro. La biofidelidad de un dummy (término con el que se conoce el grado de validez de un sustituto artificial del cuerpo humano antes situaciones reales) nunca será tan preciso como un cuerpo humano de verdad. De todas formas, si bien éste es un avance lógico en busca de la perfección, también lo es que un cadáver carece de la capacidad de reacción de un ser vivo. Es decir, ante una situción de impacto inevitable existe toda una serie de reacciones internas automáticas e inconscientes que nos preparan para el mismo (tono muscular, etc), y que sin lugar a dudas cambarían los resultados de estos análisis de forma absoluta. ¿Será éste el siguiente paso? ¿Se atreverían a usar personas vivas? Al menos para un escritor pulp, puede que sí.
Los experimentos se realizarán en los laboratorios situados en las instalaciones de Motorland en Alcañiz (Teruel). En la actualidad existen en el mundo siete laboratorios de este tipo acreditados para realizar pruebas con cadáveres completos. Dos de ellos se encuentran en Europa y cinco en Estados Unidos.
Aunque la noticia ha levantado bastante revuelo mediático en los últimos días lo cierto es que de nuevo no tiene nada. Los cadáveres siempre se han utilizado en la investigación, tanto de forma legal como ilegal, y esto es así desde hace mucho, mucho tiempo, y si no que se lo pregunten a RL Stevenson y su “El ladrón de cadáveres (The Body Snatcher, 1884)".
Ahora bien, una cosa es la teoría y otra la práctica. Para la mayoría de ingenieros —previsiblemente—, es mucho más cómodo y relajado trabajar con muñecos que con fiambres. Convertir un típico centro de investigación Crash Test en una sala mortuoria donde desmembrar cuerpos, choque va, choque viene, no, no creo que sea muy agradable, al margen de los beneficios que se puedan obtener.
Otro asunto aparte, pero ligado a la noticia, es la perspectiva pulp de la misma, tal y como apuntábamos unas lineas más arriba, y ahí, si dejamos volar nuestra imaginación, las posibilidades son muchas. A saber…, la resurrección de un conductor en plena conducción, bien por la llamada de una ouija, bien por algún virus zombie, o bien porque el coche de pruebas es la mismísima Christine (1983) de Stephen King. O dejando de lado la ficción imposible, siempre nos queda recurrir a las conspiraciones corporativas, o, directamente, a la solución más sencilla: el uso de cadáveres vivos, muertos que no lo son pero que lo aparentan —podríamos hablar de catalepsia inducida o el uso de drogas como la tetradotoxina del pez globo—, o, y porque no, tomarlo en su perspectiva más macabra: ¿Una mezcla de Hostel y Saw en versión Crash Test?
Futuros y presentes escritores pulp, hagan sus deberes.
Fuente SINC