Tolkien escribió El Señor de los Anillos apartir de sus experiencias en las trincheras de La Batalla del Somme
Seguro que muchos de vosotros ya conoceréis esta historia, pero seguro que otros muchos no. De hecho, casi todo lo relacionado con la Primera Guerra Mundial es algo así como el perfecto desconocido, pues muy poca gente sabe algo de esta contienda. El cine y la literatura han recreado todo tipo de escenarios de la Segunda Guerra Mundial, no en vano fue muchísimo más espectacular, y mucho más densa en cuanto a contenido. No ya solo por el despliegue tecnológico y la gran variedad de operaciones que se llevaron a cabo, sino también por todo ese entramado de ocultismo nazi, con increíbles leyendas y fantasías a su alrededor. Sin embargo, ninguna guerra de la historia fue tan atroz y salvaje como la Primera Guerra Mundial (IGM). La guerra de trincheras, donde los soldados morían como ratas en oscuros túneles, rodeados de cadáveres en descomposición, bajo eternos bombardeos, sufriendo las nuevas armas químicas como el gas mostaza que te reducía los pulmones a fosfatina, y, si lograbas sobrevivir a todo eso, si no morías antes de infección, congelación, lo harías enredado en la primera alambrada de espino, si es que lograbas llegar a ella y antes no caías hecho picadillo bajo el barrido de las ametralladoras. Y si por algún milagro lograbas mantenerte con vida, y regresar con los tuyos, ya te habrías vuelto completamente loco. O quizás, tu cerebro estaría tan afectado que a lo mejor te daba por escribir una novela imposible. Este fue el caso de J. R. R. Tolkien, quien luchó en la terrible, atroz Batalla del Somme, antes de ponerse a escribir sobre Hobbits y La Tierra Media. Enlace wikipedia: Batalla del Somme.
Todas las guerras son terribles. En la Edad Media imperaba el cuerpo a cuerpo, las cargas machete en mano, y si no morías en el campo de batalla, lo harías días más tarde por infección, o quedabas terriblemente mutilado. En la Era Moderna, las estúpidas confrontaciones de fusileros en línea, vistas hoy en día parecen más ridículas que otra cosa, pero en mi opinión nada es comparable a la guerra de trincheras. Esta forma de hacer la guerra es una horrible pesadilla que se prolonga en el tiempo, y donde la muerte rápida es probablemente la mejor alternativa. De todas estas guerras de trincheras la conocida como Batalla Del Somme fue una de las más terribles, y una de las más sangrientas. Hasta un millón de muertos entre ambos bandos, británicos y franceses por un lado, y alemanes por otro. Corría el año 1916.
El 1 de julio de 1916 los británicos cometieron el error de creer que, tras el intenso bombardeo al que habían sometido a las posiciones alemanas, éstas habían cedido. Nada más lejos de la realidad; estaban intactas en su mayoría y, oleada tras oleada, barrieron las incursiones británicas en el campo de batalla, gracias a la ametralladora Maxim MG-08. En tan solo seis minutos se produjeron 20.000 bajas. Sin embargo, puede que el mayor icono de esta batalla sea el que se conoce como Lochnagar Crater. Un cráter que hoy en día perdura, y que se produjo por la salvaje explosión fruto de lo que se conoce como Guerra de Minas. Ambos bandos la practicaban, y consistía en construir túneles por debajo de las posiciones enemigas y, una vez que la alcanzaban, rellenar el hueco con explosivos. En una de estas acciones los ingleses colocaron casi 30 toneladas de amonal bajo una trinchera alemana. El cráter, de más de 20 metros de profundidad, y 90 de diámetro, permanece en su sitio desde entonces. Ver sitio dedicado a Lochnagar Crater.
Esta batalla, que se prolongó hasta principios de noviembre de ese mismo año y en la que intervino un joven recluta recién salido de Oxford: John Ronald Reuel Tolkien (J. R. R. Tolkien, 1892-1973), no solo resultó esquiva para el autor, evitándole una muerte más que segura, sino que además le proporcionó la visión de horror necesaria que años más tarde le inspiraría para escribir El Señor de los Anillos. Tolkien sirvió en el 11 Batallón de Fusileros de Lancashire, y solía redactar en sus ratos libres todos los horrores de los que era testigo. Por fortuna para él, una repentina fiebre de trincheras producida por una típica bacteria, la Rickettsia Quintana, le alejó del campo de batalla, acabando sus días de valeroso guerrero en un hospital militar. Sus amigos y compañeros de clase en Oxford no corrieron la misma suerte. Si bien la mayoría de supervivientes quedaron sujetos a uno de los síndromes postraumáticos más terribles de la historia militar, Tolkien encauzó todo ese horror del que fue testigo, y escribió una de las mayores fantasias de todos los tiempos. Fue un milagro que saliese de aquel infierno con vida, de no hacerlo, hoy por hoy su obra no existiría.
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Arriba, Crater de Lochnagar. Los británicos cavaron un tunel bajo una posición alemana e hicieron explotar 30 kilos de amonal.