¿Cómo sería la película de 300 con un tanque Sherman en medio de las Termópilas? Corazones de acero es la respuesta
Es de agradecer que la industria del cine, Hollywood para el caso, de vez en cuando recupere el cine bélico de antaño, otrora pan nuestro de cada día, y, especialmente, ponga el punto de vista en situaciones o contextos menos usuales, como son las batallas de tanques. Por mucho que me esfuerce, apenas logro recordar algún que otro título, donde el protagonista sea un carro de combate, junto con su tripulación. La mayoría de las películas bélicas de la segunda guerra mundial tienen a bien dedicarles algunos minutos a estas bestias de acero blindado, pero son muy pocas las que se dedican por entero a mostrarnos tanto su poder mortífero, como su vulnerabilidad. Y, aunque pueda parecer lo contrario, ir a al campo de batalla dentro de un tanque no era lo más agradable, ni lo más seguro, sino más bien una trampa mortal. Fury, o Corazones de Acero (2014), que así se titula la película protagonizada por Brad Pitt, recientemente estrenada, nos muestra de primera mano uno de los versus más épicos de la Segunda Guerra Mundial, los Tiger alemanes contra los Sherman estadounidenses. A priori, una gran película, pero… ¿está a la altura de las expectativas?
Como decíamos al principio, películas que traten sobre tanques hay muy pocas. Así, a bote pronto, tan solo se me ocurren unos pocos títulos, que van desde la divertidísima Los violentos de Kelly, con Clint Eastwood, hasta otras más serias y filosóficas, como La Bestia de la guerra, pasando por títulos que también merece la pena destacar, como son Sáhara la última misión, y, sobre todo, La batalla de las Ardenas (1965). De todas las películas que conozco de tanques, o al menos de las que consigo recordar, La Batalla de las Ardenas muestra un importante paralelismo con Corazones de Acero respecto al perfil de sus protagonistas. Obviando las diferencias, da la impresión de que se trata de la misma película, pero desde diferente perspectiva. Por un lado, el Coronel Hessler de la Wehrmacht al mando de su escuadra de tanques Tiger, y del otro, al sargento Chacal (Brad Pitt), haciendo lo imposible para frenarlos. Tanto el uno como el otro son orgullosos, obstinados, y están dispuestos a morir en el campo de batalla, donde rendirse o retroceder no es una opción. En el fondo ambos son iguales, y la película bien podría ser la misma, según quien la cuente.
Sin embargo, Corazones de acero no es una película que haga historia por méritos propios, o quizás sí. Más allá de su crudeza, o de las impactantes escenas de guerra, así como su atractivo realismo inicial, pronto nos veremos inmersos en una extraña representación del teatro de operaciones, donde, con tantas balas trazadoras, parece más bien que estamos viendo una nueva versión de El retorno del Jedi, o La Guerra de los Mundos, que una película bélica clásica, y eso que aún no hemos llegado al tramo final, que se las trae. Y éste es el problema; dejando a un lado la sensación de ridículo que uno pueda tener nada más ver a Brad Pitt vestido de uniforme, pues todo el mundo le recordará de inmediato por su papel en la película de Tarantino «Malditos Bastardos» (una evocación quizás no demasiado favorable), de seguido nos encontramos en medio de una trama demasiado sencilla, sosa, plana, y llena de tópicos, donde los minutos avanzan lentamente y, en definitiva, sin alcanzar ningún punto de interés. Una trama que deambula entre momentos de vigoroso entretenimiento, pero que rápidamente se esfuman. Hablamos de las escenas en las que es palpable la tensión de guerra, y en las que podemos disfrutar de uno de los enfrentamientos más épicos del campo de batalla, pero que, por desgracia, sabe a poco. Nos referimos al combate entre un tanque Tiger, tecnología alemana de primera clase, una bestia parda como pocas, frente a nada más y nada menos que cuatro tanques Sherman americanos. Como es lógico, uno es el del protagonista, así que, teniendo en cuenta que ni siquiera es la escena final de la película, resulta más que obvio saber quién será el vencedor de la contienda. El guionista más previsible no pudo ser, y aquií comienza la cuesta abajo.
Tras la decepción del momento más esperado de la película entramos en el tramo final, la batalla final, algo así como el “No Pasarán”, de Salvar al Soldado Ryan, solo que, en este caso, un mísero tanque Sherman, averiado e inmovilizado, se las verá contra no sé cuántos alemanes cabreados y armados hasta los dientes. Esta fase final de la película, en la que los cinco ocupantes del tanque se atrincheran en su interior, y no solo resisten los envites de todo un ejército, sino que además se permiten el lujo de diezmarlo, bravuconería va, bravuconería viene, es un despropósito de proporciones incalculables. Son treinta minutos de fuegos artificiales sin sentido alguno, y sí más bien una tomadura de pelo. Resulta imposible creerse que un ejército de élite, armados con morteros, Panzerfaust (lanzagranadas antitanque), y francotiradores, se dediquen un día entero (en la pantalla son 30 minutos, pero la batalla comienza de día y termina de noche), a bailar delante de las ametralladoras del tanque, cuan patos de feria o pollos sin cabeza. En la vida real ese tanque lo habrían hecho fosfatina en menos de cinco minutos, y sin más bajas que las de la sorpresa inicial. No quiero ni pensar cómo sería el horror de estar dentro del tanque y que esutivesen bombardeándote con lanzagranadas de seguido, y los tipos ahí dentro, sin despeinarse, como si estuviesen en un SPA. En fin, y para colmo, la última escena, buen rollista total. Ni de coña me la creo.
Veredicto: Un comienzo realista y crudo, pasando por momentos de interés y entretenimiento, para desembocar en un océano de ciencia ficción insondable, donde la parodia posee el espíritu de lo que podría haber sido una gran película, o incluso un futuro clásico.
Lo mejor: La realidad de la guerra y la película en sí, un género que últimamente no se prodiga demasiado.
Lo peor: Al guionista le dijeron: ¡queremos una película de tanques!, y éste, tras esbozar el guión y no saber cómo concluirlo ligeramente, se puso la película de 300, se fumó un porro, y dijo… ¡Ostras, lo que molaría poner un tanque en el paso de las Termópilas! ¡Toma guión pulp, con dos coj***! Si al menos le hubiesen metido aliens, hubiese sido más creíble. ¡Ah, y el título! Ya se me olvidaba, el simpático que se dedica a traducir los títulos continua haciendo de las suyas. Bueno, pues nada, ya tenemos Corazones de Hierro, ahora Corazones de Acero, y ya veremos cómo se titulará la próxima peli bélica que no sepan traducir.
Y ya que estamos con el tema pulp, y como ésta es una comunidad social pulp, pues aquíadjunto alguna de las portadas que uno puede encontrarse respecto a tanques y sus relatos e historias. Y es que, como muchos os habréis imaginado, existieron infinidad de revistas pulp de género bélico, especialmente de aviación, estrellas indiscutibles, pero también muchas otras dedicadas a cualquier cosa o máquina de guerra que se precie, como los submarinos (Submarine Stories), los buques (Navy Stories), y por supuesto los tanques, solo que, al menos que yo sepa, no existió ninguna revista exclusiva de tanques. No obstante, muchas de las generalistas, como War Stories o Amazing Stories, le dedicaron muchos relatos y portadas a los tanques, muy populares durante el periodo de entreguerras, cuando estas revistas se vendían como churros. Aquí os dejo algunas de esas portadas (obviamente aderezadas con el correspondiente toque fantástico pulp, al igual que “Corazones de Acero”, película a la que, como decimos, solo le faltaron los Aliens en ése tramo final, y ya sería redonda.