Markus Kowalski

Presentación novela pulp La Amenaza Reptiliana, junto con algunos apuntes biográficos del autor, en primera persona

Un sueño aplazado

Si hay dos detalles que recuerdo de mi infancia, son sin duda los bolsilibros de Marcial Lafuente Estefanía que mi abuelo leía rigurosamente cada día y que intercambiaba de tanto en tanto en una librería especializada cerca del centro de la ciudad; y el denodado esfuerzo con que mi madre insistía en que yo escribiera regularmente. Fue en estos años incipientes en que yo comencé a tener un sueño recurrente, un sueño continuamente aplazado por la falta de constancia y perseverancia, por la cantidad de dudas y por la inseguridad: ¿Publicaría alguna vez una novela? ¿Conseguiría alguna vez, si acaso, terminarla? Los años fueron pasando: Pereza e Inconstancia eran monstruos invencibles.

La interminable noche del paro

Hacía ya medio año que había terminado el grado superior de animación sociocultural. Era de noche y yo volvía a casa, reflexionando sobre el negro futuro del país, en el poco porvenir que me esperaba en una ciudad desolada por el paro, en el fracaso inevitable a que me habían arrastrado todos estos años de esfuerzos. Los curriculums habían sido depositados en innumerables negocios, pero la oportunidad no se decidía a llamarme a la puerta.

Debía hacer algo por mi cuenta. Si el trabajo no venía a mí, tendría que ir yo al trabajo. Excavé en el baúl de los recuerdos y encontré un sueño acurrucado, un sueño que me había esperado durante toda la vida.

Me dije entonces: ya que no tengo nada que hacer, podría escribir una novela... ¿pero sobre qué?

El reto de las 500 palabras

Mi amigo Oscar Korvo y yo, como amantes de la política y el humor, veníamos tiempo burlándonos de una teoría conspirativa de lo más peculiar, la conspiración reptiliana, consistente en el pensamiento de que una raza extraterrestre de reptiles con apariencia de humanos nos gobierna en la sombra, asumiendo la identidad de reyes, políticos y banqueros.

A mí me apetecía escribir algo ligero, algo que fuera entretenido pero que captara, en un tono poco serio la situación de descontento actual. Saqué a la memoria  los vertiginosos encuentros de vaqueros de Marcial y la prosa vibrante y cargada de acción de Robert E. Howard. Amaba las situaciones, la ligereza y simplicidad de la literatura pulp, y sobretodo la belleza colorida y llamativa de sus portadas.

Sin embargo, aún tenía una dificultad: ¿cómo vencer al demonio de la Inconstancia? Después de unos meses reflexionando di con la clave: escribiría 500 palabras diarias, sin faltar, hasta que terminara la novela.

Me puse a ello, y para mi sorpresa conseguí adquirir el hábito, la técnica, la rutina. Pronto pasé de 500 a 1000 palabras. Cuando quise acordar era Navidad, había pasado un mes y tenía una novela terminada: La Amenaza Reptiliana había nacido.

¿Y ahora qué?

La concentración por terminar la novela me había hecho ignorar una cuestión de vital importancia: ¿cómo iba a publicarla? Mis primeros pensamientos fueron buscar editoriales... Y es lo que hice. Pero encontré en las redes algo mucho más atractivo para mí: la autoedición. Y pensé entonces: ¿por qué esperar sin garantías si yo mismo puedo maquetar mis propias novelas? Prefería gestionar mi propio trabajo, antes que cederlo, así que me puse manos a la obra.

El camino de la autoedición

Me puse las pilas inmediatamente. Inconstancia y Pereza podían ser monstruos que estaban siempre al acecho, como meras sombras del pasado, pero yo tenía la motivación y la determinación para seguir hacia adelante. Planifiqué mi tiempo de trabajo, comencé otras novelas, empecé a devorar toda la información que había en la maravillosa red: creatividad, mercadotecnia, burocracia, etc.

Deseaba escribir un seudónimo, como han hecho muchos otros anteriormente. Gracias a la ayuda de mis amigos, y por votación popular, escogí el mío, con el que me daría a conocer: Markus Kowalski.

Necesitaría una portada para la novela. Una novela es un todo compuesto por varios elementos, y el diseño era una parte de ella que yo deseaba cuidar al máximo. Por ello acudí a [Violeta Cejas], que le dio a la portada el toque que justamente necesitaba. Todo comenzaba a cambiar: el sueño aplazado empezaba a convertirse en una realidad. Me acosaba la eterna duda del escritor: ¿tendré éxito o fracasaré? ¿Conseguiré dar con la tecla correcta o seré vilmente ignorado? Son preguntas para las que aún no tengo respuesta.

El momento más esperado

Después de meses de trabajo ininterrumpido, ya lo tenía todo. La Amenaza Reptiliana estaba maquetada, corregida. Tenía una portada, un ISBN, un depósito legal, una sinopsis... Y la mandé imprimir.

Tuve que esperar un tenso fin de semana, lleno de incertidumbre. ¿Cómo habrían salido los libros? ¿Tendrían buena calidad? ¿Estarían bien impresos? Cuando llegó la caja, yo tenía tanta expectación como la de un Día de Reyes. Contuve el aliente y exhalé: ahí estaban los libros. Los miré con ojo clínico... Todo estaba bien. Por fin había llegado el momento.

Y hasta aquí me ha traído. Esta es mi presentación, que publico aquí gracias a la cortesía de los amables anfitriones de Zona Pulp. He querido recrear en La Amenaza Reptiliana un mundo distópico dominado por el fanatismo y el caos. Si lo he conseguido... no lo sé. Pero, por si acaso, y solo por si acaso, si estuviéramos equivocados y los reptilianos existieran, deberíamos estar prevenidos con estos [10 consejos para protegerte de los reptilianos].

Me gustaría mandar un saludo a mi abuelo. Si viviera, espero que le hubiera gustado este pequeño tributo que le he querido rendir a la literatura popular.

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