Relatos sobre la venganza, que si bien de salvajes tienen poco, al menos resultan divertidos. Una película de relatos que nos llega desde Argentina
Por algún extraño motivo que desconozco, me siento obligado a ver y comentar toda película de relatos que haga acto de presencia. En este caso la propuesta nos llega desde Argentina, y aunque no sigue el esquema clásico al que estamos acostumbrados, véase la Hammer o Amicus Productions, con tres relatos independientes y un cuarto haciendo de hilo conductor; y aunque la trama difiere totalmente del terror y el horror sobrenatural que tanto me gusta, Relatos Salvajes nos ofrece una entretenida caricatura de las miserias humanas. Digna de darle una oportunidad. Y eso que, nada más arrancar los títulos de crédito y ver la productora El Deseo, de inmediato sentí un repelús de estos… ¡la hemos cagado! Detesto el cine de Almodóvar, así que en ese momento me viene abajo. Sin embargo, las cosas como son, Relatos Salvajes, aunque va de más a menos, supone una visión bastante recomendable.
Relatos Salvajes, obra del director argentino Damián Szifrón, comienza con dos micros o sketch que, aun siendo entretenidos, me hizo temer lo peor, sobre todo teniendo en cuenta que aún tenía el repelús metido en el cuerpo. Por un momento pensé que las casi dos horas de película iban a ser una sucesión de gags cómicos, lo cual sería insufrible. Por fortuna, tras los dos micros siguen cuatro relatos independientes de duración más o menos estándar. No tenemos por tanto el típico hilo conductor, ni el maestro de ceremonias estilo «El Guardián de la Cripta». Estos dos micros se titulan, uno «Pasternak», sobre una esperpéntica venganza en pleno vuelo comercial que, por momentos, recuerda a una película de Stephen King; y el otro «Las ratas», una insípida y enésima vuelta de tuerca, con indigestión incluida, donde el karma te sirve en bandeja la vida del hombre al que tanto odias, solo que te falta valor, justo el que a otros le sobra. Me gustó mucho más «Pasternak» que «Las Ratas».
El más fuerte. Dejando a un lado los dos micros anteriores, el primero de los relatos es, a mi juicio, el mejor de todos. Una historia divertida y escatológica acerca de la lucha de clases, mostrándonos como una vez desnudos de etiquetas, tanto monta, monta tanto. En una zona desértica, en una carretera abandona, el conductor de un Audi último modelo se las verá con el conductor de una furgoneta destartalada. Diversión en estado puro, donde resulta muy difícil imaginarse cómo acabará tal orgía de despropósitos.
Bombita. El segundo de los relatos también resulta interesante, aunque en este caso la resolución del mismo se intuye desde la primera escena, dejando así poco margen a la sorpresa. Aquí tenemos a una persona normal enfrentándose al sistema, a la burocracia, y a la pérdida del control sobre uno mismo cuando la injusticia te puede. Un hombre anodino que se queda sin trabajo, que pierde a su mujer, que pierde la custodia de su hija, y que pierde los estribos cuando ya no le queda nada más que perder. Crítica social pura y dura, pero desde un punto de vista quizás demasiado amable. Se hubiese agradecido un punto de vista mucho más salvaje, tal y como reza el título, porque al final, entre que éste es previsible, y además un tanto “light”, irremediablemente pierde algunos puntos.
La Propuesta. El tercer relato se deja ver, aunque es poco o nada interesante. Habla sobre la corrupción, y como el dinero es capaz de solventar la peor de las situaciones posible, siempre y cuando éstas se puedan solucionar con la ley y la justicia, que de justa tiene poco o nada. Un joven de responsabilidad inerte, hijo de las grandes fortunas, atropella a una joven embarazada con el coche de su “papá”. El lio está montado, y el pobre muchacho acabará en la cárcel, sin que su padre pueda hacer nada por evitarlo. ¿Nada?, él y su dinero, que todos quieren, desde el abogado sin escrúpulos, al fiscal y jueces dispuestos a mirar para otro lado por una bonita suma, harán lo que sea y le cargarán el muerto a un pobre incauto, que tiene tanto de tonto, como de codicioso. No está mal, pero tampoco aporta nada nuevo.
Elenco. El cuarto relato es el peor de todos, lo cual resulta curioso, porque es el último. En toda recopilación de relatos siempre, por norma, se reserva el mejor para el final y así dejar al espectador, o lector, con un buen sabor de boca. Este no es el caso, y no sé muy bien a qué se debe semejante desacierto. El relato en sí es nefasto, aburridísimo, y echa por tierra todo el trabajo anterior. Trata sobre una pareja de recién casados cuyo banquete nupcial, con infidelidades de por medio, termina en desmadre absoluto.
Lo mejor: Una película de relatos es ya todo un logro que festejar, y algunos son muy buenos, como el del coche en medio del desierto, o el del hombre que pierde los estribos ante la administración. Aire fresco que nos llega desde Argentina, y eso se agradece.
Lo peor: Que ni son relatos salvajes, ni ofrecen en definitiva nada nuevo. Los dos últimos relatos, especialmente el último, echan por tierra las expectativas del comienzo.
Veredicto: La sucesión de relatos está mal montada. No se puede dejar el peor para el final, eso es un tremendo error. Una película en definitiva que va de más a menos; sí, empieza bien, sube con fuerza, pero luego cae, no en picado, pero sí de forma paulatina. De todas formas, totalmente recomendable, de esto no tengo dudas.