Aniquilación (2018)

Aniquilación, una película que naufraga estrepitosamente entre las teorías de la personalidad de Sigmund Freud, Alien y la noción cristiana del pecado

Ya tenemos con nosotros «Aniquilación», otra de las películas más esperadas de ciencia ficción en lo que al presente año se refiere: Mejores películas de Ciencia Ficción que se estrenarán en 2018. Y, curioso, muy curioso el planteamiento de la misma, que juega con las metáforas como ninguna otra. Todavía no sé si todo es fruto de la casualidad o la improvisación o, por el contrario, de un elaborado plan cuyo último objetivo no sea otro que, probablemente, tomarle el pelo al pobre espectador. Aunque viendo la exultante crítica que uno se encuentra por la red, quizás haya dos versiones de la misma película, porque la que yo he visto de «ciencia ficción inteligente», «poesía audiovisual» o «nuevo clásico de la ciencia ficción», pues más bien tiene poco o nada; o quizás, dicho elaborado plan sí que ha tenido éxito, y de qué manera. En tal caso aquí un servidor, una vez más, como la nota discordante. En las líneas que siguen os ofrecemos nuestra crítica y explicación de Aniquilación (2018).

Bien, por un lado, tenemos una película cuya aridez argumental no cumplía con los cánones comerciales de las grandes productoras, hecho éste que obligó al director Alex Garland (Ex Machina, 2015) a rebajar sus expectativas y entregarse a los brazos de Netflix -era esto o cambiar el guion, cosa a la que se negó-, productora de televisión y video bajo demanda por internet y, por lo visto, especializada en rescatar proyectos que no terminan de convencer. Más o menos lo mismo que sucedió con el reciente estreno «The Cloverfield Paradox», en principio rechazado por Paramount Pictures y otro fiasco que sumar a la lista de Netflix, y ya van unos cuantos.

El posicionamiento ideológico de esta compañía denota una ligera tendencia en sus proyectos hacia lo políticamente correcto tal y como requieren los planteamientos actuales -ya no se hacen o se permiten películas como las que producía tiempo atrás la CANNON-, y es por ello que un título como Aniquilación a veces da más la sensación de ser un ejercicio cinematográfico de empoderamiento de la mujer, tal cual, que una simple película de ciencia ficción. Sin embargo, las metáforas que subyacen a lo largo de todo el metraje son tan poderosas y retorcidas que, en más de una ocasión, podemos incluso pensar todo lo contrario. Y es ahí cuando a uno se le queda la cara de tonto y se pregunta ¿pero qué demonios acabo de ver? No te preocupes, ahora te lo explicamos, y para ello recurriremos a Freud, a Sigmund Freud y a las Sagradas Escrituras, es decir «La Biblia», concretamente «Génesis» (Antiguo Testamento).

Antes de nada, reseñar que la película Aniquilación (2018) es una adaptación libre de la novela escrita por el autor estadounidense Jeff VanderMeer, siendo ésta el primer libro de una trilogía que lleva por nombre «Southern Reach» y da cabida a los tres libros: «Aniquilación», donde se presenta el misterio, «Autoridad», que lo resuelve y, finalmente «Aceptación». En cuanto a la película -sin entrar en comparaciones con la novela-, tenemos por un lado a la pareja protagonista y, por otro, un inquietante misterio que da lugar a toda una sinfonía de sucesos tan inverosímiles como freudianos. Esto es lo que dice la sinopsis al respecto: «Cuando su marido desaparece durante una misión secreta para regresar sin recordar nada, la bióloga Lena (Natalie Portman) se une a una expedición a una misteriosa región acordonada por el gobierno de los Estados Unidos. El grupo, compuesto por 5 mujeres científicas, investiga la zona X, un intrigante lugar controlado por una poderosa fuerza alienígena. La zona X es un lugar al que han ido otras expediciones, pero del que ninguna ha vuelto (Filmaffinity)».

Pues bien, dicha «Zona X» alberga un terrible misterio que amenaza la existencia y la humanidad, tal y como la conocemos, cuyo epicentro es, supuestamente, un faro, lugar en el que cayó un meteorito proveniente del espacio. Y aquí es donde radica la principal metáfora; el eje central de toda la trama es en realidad un símbolo fálico, un faro en medio de un parque natural cuya luz todo lo domina y todo lo posee, al menos hasta donde llega su poder, y éste, poco a poco, no hace otra cosa más que extenderse. El poder de la creación, de un Dios creador, viril y omnipotente. Se trata pues de un poder fálico, sobrenatural, presuntamente llegado del más allá o del espacio exterior. Aunque este dato no queda del todo claro, se nos invita a pensar en un origen alienígena, pues bajo el faro se nos muestra algo así como los pasadizos de una nave espacial, de la misma forma que si estuviésemos en la enésima secuela de Alien, o dentro del roscón de los Ingenieros. Y, lo que resulta realmente curioso, es la forma de plantear el devenir de los acontecimientos. Primero, conocemos a la pareja protagonista, su magnífico idilio y un amor sin fisuras, así como, acto seguido, el desconsuelo de la amada por la desaparición de su pareja, hace ya más de un año. Y no solo eso, sino también la amarga carga del pecado, que la aflige y la consume. La protagonista no es otra cosa que una adúltera, una pecadora en busca de la redención, del perdón de Dios.

Sorprende como todo el peso de la investigación que se lleva a cabo para resolver el enigma recae de forma exclusiva en mujeres. La coordinadora del grupo -como no, psicóloga- deja bien claro este aspecto, al destacar cómo esta vez el grupo de expedición será solo de mujeres, pues los anteriores, todos de hombres, habían fracasado -un mensaje polémico y curioso-. Así, tenemos un grupo de cinco mujeres que se adentra en una zona hostil y desconocida, pero de tremenda belleza, algo así como «El Jardín del Edén» (Génesis Bíblico), en busca del símbolo fálico -envidia del pene, según Freud-, allí donde han fracasado los hombres. Este símbolo, a modo de faro, irradia una fuerza divina que, de alguna forma desconocida -quizás vía wifi-, logra fecundar todas las células vivas que se hallan bajo su campo de acción -su harén-, convirtiendo el ADN en una especie de espora invisible e inmaterial capaz de propagarse y recombinarse con el ADN de otra especie que igualmente se halla bajo su dominio. Aquí la simbología nos presenta las células vivas como si fuesen óvulos y los rayos del faro el vehículo trasmisor que las recombina. En la película le dan otra explicación más técnica, pero en suma se trata de esto, de una recombinación de ADN que da lugar a nuevas especies, algo que solo Dios podría hacer -o el líquido negro de los Ingenieros, de la saga Alien, claro-. Así es posible crear todo tipo de bestias imaginables, sin embargo en la película lo pasan bastante por alto y apenas explotan las posibilidades de tan singular concepto, al menos desde un punto de vista más macabro o terrorífico, algo muy típico de las películas de terror de serie b ochentera, que de esta temática las hubo a montones.

Obviamente, en la conquista del símbolo fálico ningún hombre podrá tener éxito, pues iría contra natura, pero si una mujer, la protagonista, que no solo ha destruido su feliz matrimonio -algo que vamos descubriendo gracias a los tediosos flashbacks-, sino que también logra destruir el faro y todo su poder, todo lo que ello representa, salvando de esta forma al mundo, a la humanidad, y de paso a ella misma, pues de alguna forma obtiene el perdón; pero no lo obtiene porque así lo pida, sino por enfrentamiento, desafiando al Dios todopoderoso y toda su simbología, cuya autoridad cuestiona. Y lo obtiene además a través del bautismo, acto que borra el pecado original según la doctrina cristiana. Esto se ve claramente en el momento final, donde ambos protagonistas, ¿Adan y Eva?, se presentan y se nombran de nuevo; en un nuevo comienzo. De todas formas, aquí las lecturas son múltiples, y al ser un final tan abierto cualquiera que se nos ocurra podría ser perfectamente válida. Sin embargo, la idea que predomina es que es el hombre quien se reconstruye, y la mujer quien permanece como un ser superior, tras someterse ambos a las consecuencias del pecado original, en otra vuelta de tuerca, en este caso bíblica.

La película en sí no es que sea mala, pero a mí no me ha gustado. El estilo narrativo es lento, aburrido y sin garra. Demasiados silencios y demasiados flashbacks; un estilo que desde luego no es de mi agrado. También, el hecho de estar constantemente creando una sensación de misterio, sin apenas acercarse a un mínimo de concreción, sin un momento épico al estilo «¿a qué nos enfrentamos, doctor?» - típico de los relatos pulp-, hace que uno caiga irremediablemente en la frustración, y es que resulta difícil entender algo y no fruncir el ceño. Tampoco ayuda demasiado tanta simbología freudiana, donde uno ya no sabe si está viendo una película de ciencia ficción al uso, o más bien una sesión de psicoanálisis en modo realidad aumentada o cualquier otra cosa. Más que de una película deberíamos tratar la interpretación de un sueño, el que tuvo el director, el que deseaba contarnos o el que nosotros hemos querido interiorizar. Sin riesgo a equivocarme podría decir que si títulos como Explicación: La llegada (Arrival, 2016) o Explicación de Interstellar (2014), han sido de tu agrado, entonces seguro que Aniquilación (2018) también lo será, pues todos son del mismo palo o estilo.

Los personajes naufragan de igual forma, en sintonía con la trama. O quizás, mejor dicho, los actores. Natalie Portman es una magnífica actriz con papeles maravillosos, como en «Cisne Negro (2010)», pero aquí, como bióloga y militar con siete años de experiencia, no pega; no es creíble. El resto de personajes de igual forma también chirrían y apenas son capaces de transmitir una sola sensación que no sea de aborrecimiento. Cinco mujeres especialistas, cada una en su campo, que se adentran en sus propios miedos con el objeto de combatirlos, enfrentarse a ellos, siendo ésta la motivación principal y no la resolución del misterio, al menos en teoría.

Mención aparte las diferentes secuencias, que más bien parecen sacadas de otras películas y directamente recicladas a favor de la trama. Desde la bestia que imita la voz humana en forma de reclamo -esto ya lo he visto en varios títulos, por ejemplo «Las ruinas, (2008)»-, a la fotografía tomada de «Parque Jurásico», pasando por otras muchas referencias que seguro el espectador más ávido sabrá concretar. Como dato simpático... ¿soy el único a quien la foto que acompaña este artículo le recuerda a la famosa escena de «DEPREDADOR (1987)»? Escena mítica donde las haya, con los soldados disparando al unísono en medio de la jungla contra un extraterrestre que no pueden ver, pero que está ahí... ¿demasiadas coincidencias?

Lo mejor: El juego de interpretaciones y la simbología tanto bíblica como freudiana que permite dar sentido y significado a una historia demasiado inverosímil, pero con ciertos matices que pueden resultar más que interesantes.

Lo peor: Narrativa lenta, aburrida y un aurea de ciencia ficción sesuda que aparenta mucho más de lo que en realidad es, y que a buen seguro no gustará a todo el mundo, entre otras cosas por el mensaje que trata de transmitir, quizás demasiado controvertido. También, demasiadas secuencias que parecen sacadas, copiadas de otras películas: Aliens, Depredador, etc..

Veredicto: Netflix está creciendo de forma vertiginosa, buscando su sitio entre las grandes productoras cinematográficas, sin embargo, puede que no haya tanto sitio como quiere, sobre todo teniendo en cuenta lo que hace, muy por debajo de lo que ofrece. De todas las películas que he visto de esta productora apenas una o dos se salvarían de la quema. Aniquilación no es una de ellas. A pesar del gran trabajo de metáforas y simbologías que nos muestra, a mí como película de ciencia ficción no me ha gustado, y como tal no la recomendaría. Esto no es ni por asomo cine pulp, pero a decir verdad tampoco sé muy bien qué es, pues por momento semeja un alegato feminista, por otros todo lo contrario, otros una película de ciencia ficción dura, y otros una interesante clase de catecismo. Todo depende del cristal con que se mire, o del prisma, parafraseando una de las protagonistas.

COMPRAR NOVELA: ANIQUILACION

POSDATA: La novela Aniquilación fue publicada por primera vez en 2014, justo el mismo año en que también se publicó la magnífica HPB de J. Van Fedarth, por Relatos Pulp Ediciones, existiendo entre ambas una notable coincidencia, y ésta viene dada por el hecho de que en ambos casos el personaje no acepta su destino e inicia un periplo en busca del Dios creador para rendirle cuentas, para enfrentarse a él. Ahí queda la anécdota.